Por Renato Perez
En el partido jugado ante Melgar en Arequipa, la derrota por 1-0 en el primer tiempo dejó al descubierto varios errores tácticos por parte del entrenador Guillermo Farré. Aunque la responsabilidad no recae exclusivamente sobre él, el planteamiento inicial con un sistema 4-4-2 resultó ser una de las principales falencias del equipo. Este esquema, que en teoría debería haber aportado equilibrio entre defensa y ataque, terminó por mostrar carencias evidentes en la dinámica de juego, especialmente en la ofensiva.
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Una de las decisiones más cuestionadas fue la de alinear a los dos delanteros, Martín Cauteruccio e Irven Ávila, en una formación 4-4-2. Ambos son jugadores con talento y capacidad de generar peligro, pero sus características de juego no se complementan, lo que resultó en un ataque estancado y sin fluidez. Cauteruccio es un jugador más estático y de área, mientras que Ávila, con su velocidad, necesita un compañero que le permita moverse por todo el frente de ataque. La falta de compenetración entre ambos hizo que Sporting Cristal perdiera velocidad y profundidad en los contragolpes, lo cual es fundamental para un equipo que busca desbordar y atacar con rapidez.
Además, la presencia de dos delanteros estáticos en lugar de un ataque más dinámico dejó a la línea defensiva de Melgar mucho más cómoda y libre para replegarse sin presiones. Sin una conexión adecuada entre Ávila y Cauteruccio, el equipo de Farré no logró generar jugadas claras de peligro, lo que impidió que pudieran igualar el marcador en los primeros 45 minutos.
Falta de creación y asociaciones El problema no solo se limitó a los delanteros. El mediocampo de Sporting Cristal, a pesar de contar con jugadores de calidad como Jesús Pretell y el propio Catriel Cabellos, no pudo establecer buenas sociedades. La alineación 4-4-2 también dejó desorganizado el medio sector, donde los jugadores no lograban conectarse de manera efectiva para generar jugadas ofensivas.
La falta de conexión y movilidad en el centro del campo hizo que el equipo se viera predecible y sin variantes. Los volantes se encontraban dispersos y no ofrecían opciones claras de pase a los delanteros, lo que sumado a la falta de profundidad en el ataque, dejó al equipo sin creatividad. La transición defensa-ataque era lenta, y los jugadores de Cristal no podían salir con claridad del medio campo, algo fundamental cuando se enfrenta a un equipo como Melgar que sabe aprovechar los errores en la salida.
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